¿Qué hay detrás de Sistema Nacional de Educación Terciaria?
- Santiago Vélez Villegas
- 29 ene 2017
- 4 Min. de lectura

El lanzamiento del Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET), que el gobierno proyecta aprobar por decreto y de espaldas al debate público, ha generado en el país un gran revuelo mediático y no pocos titulares anunciando la “igualación” de los títulos profesionales y los técnicos, lo que le ha granjeado numerosas críticas al Ministerio de Educación. Sin embargo, poco se ha hablado del trasfondo de esta reforma y de las intenciones del gobierno de Santos con la misma.
La propuesta del Ministerio pretende reformar el sistema de educación superior (que pasa a llamarse “Educación Terciaria”) para incluir en él dos “pilares”: el Universitario y el técnico, con lo que se eliminará el ‘estigma’ social contra los técnicos al ponerlos en igualdad de condiciones con los universitarios, y además se les abrirá la posibilidad de cursar especializaciones y maestrías técnicas. El gobierno espera así crear 1,8 millones de cupos y alcanzar el 57% de cobertura en educación terciaria en los próximos años.
Como de costumbre, el SNET no es ninguna creación original de la ministra: las presiones para implementar en el país la ‘Educación terciaria’ tiene una larga historia que se remonta por lo menos al 2003 cuando el Banco Mundial publica su libro “Construir sociedades del conocimiento: Nuevos desafíos para la Educación Terciaria”, en el que condiciona sus préstamos a una serie de “directrices” entre las que se incluye que los Estados “incrementen la diversificación institucional (aumento del número de instituciones no universitarias y privadas) para ampliar la cobertura sobre una base financiera viable y para establecer un marco de formación continua con múltiples puntos de acceso y gran variedad de itinerarios formativos” (pág. xviii). Este nuevo ‘revolcón’ a la educación superior viene gestándose de tiempo atrás y responde esencialmente a las directrices de la OCDE y el Banco Mundial, incluidas en los últimos Planes Nacionales de Desarrollo y en el “Acuerdo por lo Superior 2034” del CESU. ¿Cuáles son sus implicaciones para Colombia?

La intención de fondo del gobierno está enmarcada en el panorama de largo plazo que se proyecta en el Acuerdo 2034: en el mejor de los escenarios propuestos, la cobertura universitaria disminuirá más de 5 mil cupos, mientras la cobertura técnica y tecnológica aumentará en más de un 214% (cerca de 1,8 millones de cupos)[1]. Pero los datos del Ministerio de Educación demuestran que a la fecha se viene presentando un fenómeno contrario: mientras la matrícula universitaria pública se encuentra estancada desde hace varios años, la matrícula técnica profesional se viene reduciendo de manera sostenida, al pasar de más de 200 mil cupos en el 2007 a cerca de 90 mil en el 2015. En conjunto la matrícula técnica y tecnológica ha aumentado apenas un 1,6% anual entre 2012 y 2015[2].
Sin embargo, hay una modalidad que sí ha crecido de manera exponencial: la educación para el trabajo (antes conocida como no-formal). Según datos del SIET (Sistema de Información de la Educación Para El Trabajo y el Desarrollo Humano) del Ministerio de Educación, la educación no formal pasó de 236 mil estudiantes en 2010 a más de 1,1 millones en 2015[3]. ¡Un aumento del 360% en sólo 5 años! Es claro entonces que mientras la oferta pública de educación superior permanece estancada, se ha disparado la oferta de educación para el trabajo privada y con ánimo de lucro. Este panorama no es ajeno a los intereses del gobierno con la creación del SNET.
El SNET pretende sumar peras con manzanas al mezclar en un mismo sistema la educación técnica y la universitaria. Con la excusa de acabar con el estigma social que tiene la educación técnica, el gobierno pretender enterrar definitivamente el debate sobre la crisis de las universidades públicas, a las que les adeuda más de 16 billones de pesos, y todas ellas presentan cada vez mayores problemas de infraestructura, hacinamiento, pérdida de calidad, déficit presupuestal crónico, aumento de matrículas a los estudiantes, pauperización de las condiciones laborarles de los docentes y trabajadores, etc.

Otro propósito inconfesable del gobierno con el SNET es aumentar (en el papel) la cobertura de la educación superior, que hoy apenas alcanza el 46%, inflando la cobertura real con la educación para el trabajo. Actualmente, cerca del 20% de la cobertura de educación superior proviene de los más de 400 mil estudiantes de técnicas y tecnologías del SENA. En el SNET se contarían además los 700 mil estudiantes de formación para el trabajo que allí cursan sus estudios actualmente, además de los cerca de 400 mil que lo hacen en instituciones privadas con ánimo de lucro[4]. Así, con sólo mover cifras en el papel, se inflaría la cobertura de educación superior en más de 1 millón de estudiantes, más de la mitad de los 1,8 millones de cupos que el ministerio promete. Y falta lo más grave: estas cifras infladas implicarían además el crecimiento del negocio del crédito educativo hacia la educación para el trabajo, con el apoyo del Estado. ¿Será casualidad que multinacionales de la educación hayan comenzado a comprar instituciones de educación no formal en Colombia, precisamente cuando se augura el crecimiento exponencial de esta oferta educativa que puede legalmente tener ánimo de lucro?
En conclusión, el SNET parte de confusiones graves y omisiones intencionadas cuyo propósito es nivelar por lo bajo, manipulando a la opinión pública, la calidad de la educación superior en Colombia. Se busca la fiebre en las sábanas y se encuentra la excusa para no atender a las urgentes necesidades financieras de las IES públicas e incluso profundizar el modelo de endeudamiento ampliándolo a las nuevas instituciones y a los nuevos estudiantes. De fondo, este Sistema de Educación Terciara, al reducir la oferta universitaria manteniendo su asfixia presupuestal, promover la educación técnica laboral como educación superior cuando no lo es, entregar el mercado educativo a los privados abriendo la puerta al ánimo de lucro y profundizando el modelo de endeudamiento, lo que hace es condenar a muerte el desarrollo científico y tecnológico nacional que tiene su base en el fortalecimiento de las universidades e instituciones tecnológicas de alto nivel, públicas y financiadas por el Estado. Con el SNET avanzamos hacia un sistema educativo pensado para formar mano de obra barata, con cualificaciones mínimas, sin formación científica y dependiente del extranjero: el modelo de educación para la economía de maquilas y gran minería hacia la que orientan a Colombia los “lineamientos” del gran capital transnacional.
[1] http://www.apun.biz/noticias/generales/184-el-negro-futuro-de-las-universidades-publicas-que-define-el-acuerdo-por-lo-superior-2034
[2] http://www.mineducacion.gov.co/sistemasdeinformacion/1735/w3-article-212350.html
[3] http://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-353023.html
[4] http://universidad.edu.co/index.php?option=com_content&view=article&id=4655:la-preocupante-distancia-entre-la-educacion-superior-y-la-formacion-para-el-trabajo-y-el-desarrollo-humano&catid=2:informe-especial&Itemid=199
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